15 Feb El Torpedo Aéreo
Una de las armas antiaéreas menos conocidas de la Guerra Civil sería el llamado Torpedo Aéreo, un cohete defensivo que se pretendió utilizar ante los ataques aéreos, aunque no tuvo relevancia alguna porque no pasó de ser un prototipo, aunque no dejó de ser curioso que las pruebas del arma fueron realizadas en el litoral catalán, concretamente muy cerca de Vallcarca en las costas del Garraf[1] . Su inventor fue el barcelonés José Belmonte, un cabo conductor que había participado desde los primeros momentos en la Guerra Civil combatiendo a los soldados sublevados en las mismas calles de Barcelona y que sin casi recursos y con mucha voluntad, creó una familia de cohetes que él mismo denominó como Torpedo Aéreo. El artefacto consistía en un aparato sencillo y fácilmente transportable que, colocado en el ángulo conveniente y mediante un rudimentario aparato de puntería, disparaba un cohete que explotaba en el momento que finalizaba la fuerza propulsora de éste, llegando a tener un techo entre los 2.000 y los 4.000 metros. Dentro de las diferentes aplicaciones que señalaba el inventor estaba la de aplicarlo contra los ataques aéreos, ya que contaba con una serie de virtudes que le hacían el arma antiaérea ideal para proteger localidades mal defendidas contra las diferentes agresiones de la aviación franquista, debido a la facilidad de su instalación, su reducido coste y las buenas posibilidades de fabricación y suministro de proyectiles. Según su creador, el arma debía tener un papel destacado en el futuro y según el tipo de proyectil empleado, podía ser utilizado como arma antiaérea con un modelo de torpedo aéreo especial para esta acometida; como arma contra objetivos terrestres, del tipo “de combate”; del mismo tipo contra objetivos terrestres, pero con un “proyectil incendiario” y otras posibilidades futuras, como podía ser el desarrollo de un proyectil grande de 20 kg con un alcance de 10 km y el de un “torpedo marino” contra barcos, que serviría para proteger y defender la costa contra los ataques de los barcos enemigos. Curiosamente sin embargo, la opción de arma antiaérea en cambio resultaba ser la menos óptima ya que para lograr abatir un objetivo aéreo eran necesarios una serie de dispositivos más sofisticados para guiar el proyectil, quedando sometido a los vientos laterales y otros factores climatológicos y además, para hacer estallar su carga también necesitaba algún mecanismo regulador que permitiera hacerlo lo más cerca posible del objetivo y a una determinada altura.
El Torpedo Aéreo y José Belmonte, su creador
El funcionamiento del llamado Torpedo Aéreo resultaba bastante sencillo. El cohete que se disparaba debía situarse en el que sería llamado como aparato disparador y una vez cargado el proyectil y orientado hacia el objetivo por parte del servidor, situado éste cerca del aparato de lanzamiento, sólo se debía encender la mecha del cohete. La ignición del cohete permitía encender la mecha de manera fiable a prueba de viento y lluvia además de permitir al servidor mantenerse a una distancia prudencial para evitar la peligrosa ignición de los gases. Pasados entre cuatro y seis segundos, el cohete deslizaría por las guías del aparato y alcanzaría una velocidad inicial de 700 km/hora. Una vez lanzado el proyectil, éste tendría una trayectoria en línea recta gracias a las aletas estabilizadoras e iniciaría el descenso una vez se agotara la fuerza propulsora y en función del ángulo en que hubiera sido lanzado; mientras que una vez caído al suelo, la explosión de la bomba interior se produciría por percusión de una espoleta adosada a la bomba y en caso de que no estallara quedaba garantizada su detonación gracias a una mecha interior colocada entre el final del cohete y el culote de la bomba.
Respecto al cohete, lo que era denominado por su inventor como “de combate”, o sea aquel utilizado contra ataques sobre blancos terrestres, tenía unas características de unos 70 cm de longitud y poco más de unos 5 o 6 kg de peso. Este cohete estaba dividido en tres partes bien diferenciadas: el cuerpo del proyectil constaba de un cilindro con plancha de 0,5 mm de espesor y una longitud de 70 cm, en la parte anterior o terminal existía una punta ojival muy parecida a un proyectil de artillería de 75 mm realizada con plancha de cobre mientras que la parte central del tubo-cámara recubría el explosivo. La parte inferior estaba formada por tres aletas o estabilizadores de unos 20 cm cada una mientras que en el interior del cohete estaba el tubo-cámara del explosivo con una bomba de 2 kg hecha con fundición y talla de piña para facilitar la explosión y aumentar los efectos de la metralla, imitando este sistema algunas bombas de mano y granadas convencionales. Por otro lado en la parte baja del interior del aparato se encontraba la cámara de gases del cohete con su carga propulsora de también unos 2 kg de peso. En cambio, el cohete de tipo antiaéreo era un modelo de mayor longitud y carga explosiva con unas líneas más aerodinámicas, aunque su utilización antiaérea se basaba en orientar el aparato de lanzamiento y apuntarse la o contra su blanco sólo de manera aproximada.
Por otro lado existía un inconveniente importante como era el de la distancia recorrida por el proyectil, ya que el estallido estaba calculado de 2.000 a 4.000 metros aunque los aviones franquistas, sobre todo los aviones italianos de bombardeo, lo hacían generalmente a alturas superiores. Ante todas estas carencias y para minimizar su imprecisión y la falta de dirección contra un blanco en movimiento, Belmonte propondría el disparo continuado contra el avión atacante con el mayor número posible de proyectiles para saturar el espacio aéreo enemigo, una acción orientada con fines claramente defensivos y por tanto más eficaz que intentar abatir aviones con un solo tiro.
El Torpedo Aéreo
Respecto al alcance de estos tipos de cohete, el cohete “de combate” tenía un alcance que oscilaba entre los 1.200 a 4.000 metros en función del ángulo de tiro en que se lanzara. Y es que esta distancia de lanzamiento era precisamente una de sus ventajas ya que superaba por ejemplo el alcance de algunos proyectiles de mortero o de artillería, aunque la nueva arma era más limitada respecto a la precisión, ya comentada anteriormente. Entre sus ventajas destacaba también su movilidad y el poder encontrarse lejos del fuego del enemigo, ya que la ligereza del aparato y su movilidad gracias a un pequeño remolque con dos ruedas le permitían cambiar rápidamente de emplazamiento. Belmonte señalaba también una variante a través de la creación de un proyectil incendiario, consistente en un proyectil provisto de una cámara explosiva con líquido inflamable, produciéndose la explosión por conducción de la mecha en el momento de tocar tierra y romperse el recipiente con el líquido inflamable. Pero a pesar de las grandes virtudes que en un principio podía contar esta nueva arma para hacer frente a los ataques de la aviación franquista, como era también su simplicidad constructiva y funcional debido a que la producción en serie del “Torpedo” hubiera sido viable ya que no dejaba de ser un arma poco desarrollada y con mínimas variaciones como eran los tipos de proyectil y a pesar de que sufría el defecto de la precisión y guía; parece ser que el proyecto de Belmonte no levantó demasiado interés entre las autoridades militares de la época, o tal vez el interés necesario, y el proyecto no pasó de ser un prototipo y de realizarse las oportunas pruebas en las costas del Garraf. La decepción de José Belmonte fue tan grande que, viendo que el proyecto no tiraba hacia adelante, envió una carta personal en agosto de 1937 al Presidente de la Generalitat, Lluís Companys, pidiéndole explicaciones, ya que no entendía como era que su nueva arma no se estuviera utilizando cuando ya llevaba tres meses que estaban resueltos todos los problemas. Belmonte, afirmaba que no le hacían caso porque él era un simple cabo de seguridad conductor, y pedía al Presidente de la Generalitat que se involucrara en este asunto con el fin de salvar los múltiples obstáculos que se le presentaban. Aún así, tampoco tuvo suerte y el proyecto quedó olvidado, quedando de esta manera olvidada una de las armas más singulares de la Guerra Civil.
Torpedo Aéreo: cohete, sistema de transporte y lanzamiento
[1] Información del torpedo aéreo extraída de José SANTOCILDES i Carlos CASTAÑÓN, “Órganos de Stalin… Made in Spain“. La Artillería cohete en el Ejército Español”, Cuadernos de Revista Española de Historia Militar, núm.2. Quirón ediciones, Valladolid; y David GESALÍ y David ÍÑIGUEZ, “El Torpedo Aeri: un coet per a la República”, Ebre 38, núm.1 (2003), pàg.37-46.