15 Mar El mercante BETIS y los hidroaviones de la Legión Cóndor
Durante la Guerra Civil, el tráfico marítimo que navegaba por aguas catalanas tuvo que sufrir numerosos ataques aéreos del bando rebelde y sus aliados. Entre estos destacaron sobre todo los aviones italianos y alemanes, que desde sus bases de Mallorca, isla que se convirtió en un auténtico portaaviones anclado en la retaguardia republicana, protagonizaron una serie de bombardeos sistemáticos en la costa republicana, convirtiéndose en una auténtica pesadilla por la población civil.
La aportación alemana a favor del bando rebelde se tradujo a partir de noviembre de 1936 en la constitución de un cuerpo técnico llamado Legión Cóndor, una unidad compuesta de tres escuadrillas de bombardeo, tres de caza, otro de reconocimiento, otra de hidroaviones y algunas baterías antiaéreas y grupos de transmisiones, resultando un total aproximado de 6.500 hombres.
Los envíos alemanes sumaron a lo largo de toda la guerra unos 593 aviones entre los que se contaban los 136 cazas Messerschmitt Bf-109 B armados con tres ametralladoras de 7,9 mm y que podían desarrollar una velocidad de 470 km / h; los 93 Heinkel He-111 de bombardeo medio con una carga de bombas de 1.500 kg y con una velocidad máxima de 370 km / h; o los pocos modelos del importante avión de bombardeo Junkers Ju-87 “Stuka” armado con una bomba de 500 kg y cuatro de 50 kg con una velocidad máxima de 350 km / h que se utilizaron en alguna ocasión en la costa catalana, sobre todo en algún bombardeo final sobre el puerto de Tarragona o de Barcelona. Pero uno de los aviones que fue más utilizado por la Legión Cóndor fue el hidroavión Heinkel He-59 (también conocido como Zapatones) que formaba el AS / 88, un grupo de reconocimiento marítimo que se dedicó sobre todo a realizar ataques a las vías de comunicación, así como el tráfico marítimo o bombardeos en puertos; realizando en muchos casos estas agresiones a baja altura para precisar mejor los blancos y poder ametrallar con las armas de a bordo.
Hidroavión Heinkel He-59
Precisamente un hidroavión alemán He-59 de la Legión Cóndor fue el protagonista en la varada del buque Betis el 10 de julio de 1938. Este barco, de 1.011 toneladas y perteneciente a José Morey, había salido de Torrevieja (Alicante) el 8 de julio con un cargamento de 900 toneladas de sal con destino a Barcelona, llevando una tripulación de 23 marineros. Pero la madrugada del día 10, a las 04:10 horas, fue atacado por un He-59 que le tiró hasta un total de 20 bombas de 50 kg, logrando dos de estas bombas alcanzar la embarcación cuando se encontraba muy cerca de Segur de Calafell. A consecuencia del ataque, el Betis quedó embarrancado a unos 200 metros de la playa, forzado por su capitán, siendo ametrallado posteriormente por dos hidroaviones más que resultaron dañados por los impactos recibidos de las armas automáticas de la tripulación del Betis. Cabe destacar que la embarcación no iba armada aunque estuvo apunto de llevar una pieza de artillería en su proa, aunque se desestimó esta idea por la antigüedad del barco. A esto se le añadía que llevaba el casco forrado de cemento para taponar pequeñas grietas en su estructura, temiéndose que las vibraciones al efectuar una descarga pudieran hacer perder parte de este cemento.
El Betis
Para dar ayuda al barco fueron enviados los guardacostas V-11 y V-17, así como también el remolcador Montcabrer, pequeñas embarcaciones de unas 300 toneladas y unos 30 marineros cada una, pertenecientes a la Flotilla de Vigilancia y Defensa Antisubmarina de Cataluña. Esta Flotilla había sido creada el 10 de junio de 1937 precisamente para convoyar barcos mercantes y vigilar las aguas catalanas, teniendo una gran actividad a lo largo de todo el conflicto. En el caso del Betis, los guardacostas en cambio no pudieron hacer nada y después de comprobar que era imposible remolcar el barco, las tres embarcaciones recibieron la orden de volver otra vez a Barcelona. Una vez iniciado el regreso a la ciudad condal, la noche del día 11 apareció por el horizonte un avión que ametralló el guardacostas V-11 y también al remolcador Montcabrer. El remolcador fue atacado cuando se encontraba a la altura de Sitges, provocándole graves desperfectos que la impedirían su navegación, obligándole a refugiarse en el puerto de Vallcarca, haciendo lo mismo el guardacostas. El V-11 por su parte, que se encontraba a la altura de Vilanova i la Geltrú, fue también agredido por el mismo hidroavión con fuego de ametralladora, lanzándole tres bombas que cayeron al mar a muy poca distancia de la popa, causándole la metralla tres heridos leves. Para repeler el ataque, el V-11 abrió rápidamente fuego de ametralladora y utilizando el cañón, obligó al hidroavión a renunciar a su agresión, acción que hizo también otro hidroavión que apareció después. Una vez finalizado el combate, el guardacostas presentaba impactos de bala de ametralladora en el puente y la chimenea y terminó refugiándose también en el puerto de Vallcarca como el Montcabrer. Mientras tanto, el V-17 que se encontraba a la altura de Sitges, fue testigo del ataque, pero al ser protegido desde tierra por la ametralladora antiaérea Oerlikon emplazada en la ermita de la Trinidad, junto al puerto de Vallcarca no sufrió ninguna agresión y pudo entrar en el puerto de Barcelona sin ninguna novedad[1].
Información franquista sobre los guardacostas
Posteriormente, entre el día 12 y 14 de diciembre de 1938 el submarino General Sanjurjo hizo un reconocimiento de la costa de la provincia de Tarragona con el objetivo de observar las defensas que se encontraban en su litoral en vista de poder planificar una operación de tropas de desembarque. El Betis por su parte aún se encontraba en el mismo lugar, tal y como se desprende del informe que realizó la dotación del submarino, cuando afirmaban que en la playa de Segur de Calafell se podía ver el barco, normal en la playa y la proa situada en el sureste aproximadamente. Según este informe se decía que no tenía que llevar demasiado tiempo el barco allí ya que conservaba todavía las pinturas bien, dos palos y chimenea negros, sin marca ni nombre que le permitiese identificarlo, con vela desde la cubierta y parecía estar cortado por el tercio de popa.
Dibujo de la costa de Segur de Calafell realizado por los tripulantes del General Sanjurjo
Por otra parte, el remolcador Montcabrer que había intentado recuperar el Betis, también fue hundido a finales de la guerra en la playa de Calafell, aunque esta pequeña embarcación tuvo más suerte y pudo ser recuperada una vez acabado el conflicto.
[1]Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca. Sección Incorporados. Caja 716.