15 Feb La actuación de los T-26 en la zona de Aravaca-Pozuelo (Madrid) de finales de noviembre de 1936
- Artículo basado del manuscrito original de José Luís Infiesta que se encuentra en el Archivo del Pabellón de la República de la Universidad de Barcelona
En noviembre de 1936, la resistencia republicana delante de Madrid obligó al general Franco a desistir del ataque directo a la ciudad, una decisión que se tomó en la conocida como Conferencia de Leganés a finales del mismo mes, en concreto el día 23 de noviembre de 1936. De hecho, la situación en que quedaban las tropas rebeldes era muy peligrosa, ya que por un lado estaban obligadas a mantener el saliente de la Casa de Campo, que tenía en su extremo el saliente aún más agudo de la Ciudad Universitaria, con riesgo de quedar copadas si tenía éxito cualquier contraataque republicano. Esta situación obligó a los rebeldes a lanzar ataques un poco más lejos de la capital, para así intentar alcanzar al menos la línea Pozuelo-Húmera, con el objetivo de que quedara ampliada la base de los citados salientes.
T-26 capturado por tropas rebeldes
Para llevar a cabo esta operación fue creada una Agrupación al mando del teniente coronel García Escámez, que inició el ataque el día 29 de noviembre; y alcanzó una línea que pasaba por el sanatorio de Bellas Vistas, las primeras casa de la Colonia de la Paz y las inmediaciones del cementerio de Aravaca. En cambio, el ataque quedó detenido por las reservas republicanas, entre las que se contaban los carros de Semión Krivoshéin. Los rebeldes lanzaron entonces a las dos compañías de carros negrillos alemanes (Panzer I), tripulados por españoles que figuraban en la columna de Siro Alonso, que sufrieron un completo desastre. Desde el punto de vista de la ayuda soviética, lo más importante de esta acción fue la superioridad que demostraron los carros rusos sobre los alemanes, tal y como quedó reflejado en los escritos de los combatientes de la época. Según algunos relatos, los autos blindados soviéticos armados de cañón que estaban junto al cementerio de Pozuelo, pusieron fuera de combate a 25 tanques alemanes. “Pronto intervinieron los carros rusos en importante número que algunos observadores calculan, posiblemente exagerando, en cerca de 40”, según escribe el teniente coronel Faldella, que por entonces era jefe de la Misión Militar italiana en España. Se trataba del primer enfrentamiento entre este tipo de carro medio de 11-12 toneladas con un óptimo cañón de 45 mm, y el tipo de carro ligero armado con ametralladoras de fabricación alemana del que disponían los rebeldes.
Conjunto de T-26
Los carros rebeldes cometieron la equivocación de presentar combate, renunciando a la ventaja que estribaba en su mayor velocidad y maniobrabilidad, sufriendo pérdidas notables: cerca de un tercio de los carros y el 50% del personal”. Jesús Salas Larrazábal da cifras aún más elevadas, señalando que quedaron averiados 36 carros de los 48 de plantilla, y resultando muertos 28 de sus tripulantes y 118 heridos. Los muertos debieron ser todos españoles, ya que no figura ningún alemán en las muy completas listas de bajas publicadas por la Legión Cóndor. Consciente de la inferioridad de sus carros, los mandos alemanes retiraron del frente los restos de esta unidad, intentaron modificarlos y rearmarlos con cañones, no volviendo a utilizarlos hasta las operaciones sobre Bilbao del año siguiente.
Panzer I
El éxito soviético deber ser atribuido al comandante de la compañía de blindados, capitán G. Skelezniov, que murió días después durante la Batalla del Jarama. Empleó sus blindados como artillería antitanque, con gran movilidad, escondidos tras las colinas. Sin embargo, parte de este éxito pudo atribuirse también a las piezas anticarro soviéticas, ya que fue en esta acción donde entraron en fuego los cañones de acompañamiento Maklen de 37 mm Puschka Ob 1917, que se empleaban como piezas anticarro, y que a pesar de no ser demasiado modernas, alcanzaron notables éxitos por su velocidad de tiro (50 disparos por minuto), que conseguían al realizar su alimentación mediante cargadores de cinco cartuchos. Al menos un centenar de estas piezas llegaron en 1936 a los frentes centrales y otras cuarenta fueron desembarcadas en Bilbao, según se desprende de las listas de Sancho de Beurko en las que equivocadamente, les asigna un calibre de 27 mm, error que es corregido por Guerrica Echevarría en sus memorias.
Cañón 37 mm Maklen
Fue esta la última acción en España del coronel Krivoshéin, que fue sustituido por el general Dimitrij Pavlov, tenido como uno de los prometedores técnicos en carros del Ejército soviético.