01 May Las Fortificaciones de Bellvís
El 15 de abril de 1938 Cataluña quedó aislada del resto del territorio republicano y ante la presión del ejército rebelde, el Ministerio de Defensa de la República hizo llegar al Ejército del Este un plan de defensa del general Vicente Rojo basado en seis líneas sucesivas pensadas para proteger las comunicaciones con Francia.
Estas líneas defensivas comenzaron a construirse a mediados de abril de 1938, alargándose las obras hasta el otoño del mismo año. Las líneas estaban compuestas de numerosas fortificaciones, destacando principalmente trincheras, nidos para ametralladoras y fusiles ametralladores, refugios, galerías subterráneas de enlace entre trincheras, emplazamientos artilleros, observatorios, polvorines y pistas de comunicación, entre otras construcciones.
Realmente sólo se hicieron las dos primeras líneas defensivas ya que las otras no pasaron casi del proyecto inicial. La primera de esta línea (L-1) se estableció en el mismo frente de combate, siguiendo los ríos Ebro, Segre y Noguera Pallaresa. Por su parte la segunda línea (L-2) tenía como puntos fuertes el coll de Balaguer, la sierra de la Llena, la Espluga Calba, Tàrrega, Cervera y Guissona, donde se bifurcaba hasta Artesa de Segre y hasta la Seu de Urgell, encontrándose Bellvís entre las dos líneas defensivas construidas.
Líneas defensivas proyectadas en Cataluña
El establecimiento del frente en el río Segre supuso el inicio del proceso de fortificación de Bellvís y los pueblos de alrededor. La proximidad del municipio a la cabeza de puente de Balaguer y a la ciudad de Lleida lo hacían un sitio clave, juntamente con el pueblo de Linyola, a la hora de organizar la defensa de este sector del frente.
En caso de rotura de este frente, los municipios de Linyola y Bellvís serían la siguiente línea de contención y cabía la posibilidad de recibir un ataque desde cualquier dirección, por lo tanto, la organización defensiva de Bellvís se estructuró principalmente en dos zonas: La primera y más importante se desplegó en el sur, en el entorno del canal y preparando un hipotético ataque desde Lleida, mientras que la otra, situada al norte, se desarrolló entorno el Riucorb y preparando un posible ataque en este caso desde Balaguer.
La zona sur, la más fortificada, aprovechaba el trazado del canal como barrera de protección y centró la defensa entorno a los diferentes puentes que disponía dicho canal, siendo entonces los únicos pasos que permitían superar esta enorme zanja. Destacan la protección de los puentes de los caminos de Sidamon y Bell-lloc con potentes nidos para ametralladora de hormigón de más de 1’20 metros de grosor de muros que hoy todavía se conservan.
La zona norte de Bellvís aprovechó el trazado del Riucorb para emplazar las defensas. Las obras de fortificación de esta zona no fue tan impresionante como en la zona del canal y la mayor cantidad de construcciones se concentraron entorno a la villa de Els Arcs y entorno a las principales carreteras y caminos que conectaban Térmens con Bellvís y Els Arcs.
La carretera de Térmens a Bellvís fue uno de los puntos más importantes de este sector defensivo ya que permitía una conexión directa con el frente y era uno de los itinerarios previstos de ataque por parte del enemigo. En la zona se construyeron nidos para ametralladora y trincheras, pero también refugios y depósitos de municiones subterráneos conectados a estas posiciones defensivas para poder almacenar material de guerra para poder ser utilizado en caso de ataque. Estos polvorines tenían unas dimensiones superiores a los refugios para la tropa y también disponían de una sala en su interior destinada a albergar todo el material bélico.
Actualmente quedan muy pocos vestigios en esta zona, la mayoría emplazados en tozales y espacios yermos próximos al Riucorb. La villa de Els Arcs, que fue fuertemente fortificada no conserva prácticamente ningún vestigio testimonio de aquellos hechos.