01 May Algunas claves del fracaso de la sublevación en Barcelona
La sublevación militar que fue preparada para Cataluña, a diferencia de otros lugares de España, se llevó a cabo con unos planes tan absurdos y poco meditados que indefectiblemente tenía que fracasar. El principal objetivo era Barcelona, y a pesar de que se había considerado la capital catalana como una ciudad difícil para una sublevación; fue ésta concebida y ejecutada de manera muy deficiente. De hecho, parece que los autores pensaban más en un “pronunciamiento”, al estilo de los acaecidos en años anteriores, que no en una verdadera sublevación.
El plan de la sublevación en Barcelona.
En líneas generales, el plan de la sublevación en Barcelona consistía en que de los cuarteles, situados casi todos ellos en la periferia de la ciudad, salieran una serie de columnas que debían alcanzar el centro. Allí es donde se encontraban los edificios oficiales, donde acto seguido se debía de proclamar el estado de guerra y si era necesario, ocuparlos.
En la concepción de este plan tuvo una nefasta influencia la consideración de como se habían desarrollado los hechos en octubre de 1934, cuando el presidente de la Generalitat de Cataluña Lluís Companys proclamó la República Catalana dentro de la República Federal Española. Por aquel entonces, fue suficiente solamente que una batería de artillería llegara a la Plaza de Sant Jaume para que se rindiesen los que se encontraban en el Palau de la Generalitat. Dos años después sin embargo, no tuvieron en cuenta que la situación era completamente distinta y precisamente al revés. Ahora el sublevado era el ejército, que iba a tener en frente a un Gobierno que disponía de sus fuerzas de Orden Público (Guardia Civil y Guardias de Asalto), que desde hacía pocos días dependían de la recién creada Conselleria de Gobernación; así como algunos civiles, mejor o peor armados.
Ante esta tesitura, los sublevados tendrían que haber estudiado cual era la verdadera situación desde el punto de vista militar; así como la correlación entre sus fuerzas y las que iban a oponérseles, que eran claramente superiores a las débiles columnas que podían organizar en sus cuarteles. Llegada a tal conclusión, hubiera sido lógico que cambiaran sus planes, formando una columna única pero mucho más fuerte -como posteriormente se dijo que quería el general Goded-, retirarse de Barcelona hacia otra ciudad, e incluso desistir de una operación destinada al fracaso.
Otro aspecto a tener en cuenta y que condicionó su derrota fue que la dirección de la sublevación recayó sobre el general Goded que, aunque muy inteligente y preparado, no había sido el autor de los planes de la sublevación. Además, se incorporó a ella desde Palma de Mallorca donde estaba destinado; y pasado ya el mediodía. En esos momentos, las columnas sublevadas hacía muchas horas que estaban en la calle, detenidas en una serie de puntos de la ciudad, algunas incluso ya vencidas; por lo que no tenía posibilidad de disponer de fuerza alguna.
El general Goded
Resumiendo y simplificando, en la sublevación de Barcelona se pueden distinguir cuatro etapas:
1ª-Las columnas salidas de los cuarteles fueron detenidas o se detuvieron en varios lugares, sin aprovechar aquellos primeros momentos para ocupar los objetivos de interés. Además, batidas por fuerzas de Seguridad y Asalto y unos pocos civiles, acabaron por encerrarse en algún edificio.
2ª- Cuando pasado el mediodía llegó el general Goded, éste no tenía a nadie a quien mandar y quedó también sitiado en la Capitanía General.
3ª- Una columna de la Guardia Civil, que había permanecido leal, reforzada con algunos soldados de Intendencia, ascendió por Via Laietana y fue venciendo todas las resistencias.
4ª- Cuando la Generalitat hubo dominado en buena parte la sublevación, aparacieron en mayor medida los milicianos, hasta entonces desarmadas y de muy minoritaria participación en los combates. Éstos, provistos de las armas abandonadas por los vencidos o procedentes del saqueo de los indefensos cuarteles, se adueñaron de la ciudad al diluirse en ellas las fuerzas de Orden Público.
Así pues se produjo esta situación paradójica: cuando Goded llegó a Barcelona se halló sin fuerzas a las que mandar y fue vencido; pero al día siguiente, el vencedor Gobierno de la Generalitat se encontró en idéntica situación, también sin nadie a quien mandar.