Los Fusiles Ametralladores

Los Fusiles Ametralladores

Un fusil ametrallador era un arma para distancias medias y cortas con unas condiciones similares a la ametralladora, aunque aumentaba su dispersión de tiro por la falta de solidez de su horquilla o patines. Su eficacia en los fuegos de flanco hacía que se considerara esta arma más apta que la ametralladora para la montaña, debido a su mayor dispersión y la facilidad con que permitía el cambio de objetivos.

Sin embargo, sobre la potencialidad y la posible aportación que podían hacer los fusiles ametralladores, parece ser que no era muy apreciable en algunos sectores republicanos, tal y como se describe en el manual La Fortificación en Campaña de Joan Capdevila y editado en 1938[1].  En dicha obra se el fusil ametrallador no era más que una ametralladora ligera y portátil, pero poco precisa que se emplea sino a falta de ametralladoras ordinarias o pesadas.

Los primeros fusiles ametralladores datan de principios del siglo XX, teniendo el objetivo de proporcionar a la Infantería un arma automática capaz de acompañarla en su ritmo de avance al ser más ligeras que las ametralladoras. Por su parte, los reglamentarios en España eran los Hotchkiss tipos I y II, originales franceses de calibre 7 mm, o construidos en la Fábrica de Oviedo con patente francesa a partir de diferentes experimentos en Carabanchel en 1911[2]. Inicialmente se adoptó el Modelo 1922-I con trípode ligero para Infantería y pesado para Caballería, y posteriormente fue reemplazado por el Modelo 1925-II, dotado de bípode y un poco más moderno. Más adelante, se adoptó en competencia con el Ecia Modelo 1927, el también español Astra Unión Modelo 1927, declarado reglamentario en 1929, así como también fue declarado una serie corta del fusil ametrallador conocido como Trapote Modelo 1932. Todos ellos eran de calibre reglamentario de fusil y los de diseño nacional contaban ya con cargadores de petaca (salvo el Astra).

Fusil Ametrallador Trapote

Fusil Ametrallador Trapote

www.sbhac.net

Según Ramón Salas Larrazábal[3], las unidades del Ejército contaban con 2.775 fusiles ametralladores, a razón de 2.247 en la Península y 528 en África, de los que el Gobierno republicano conservó 879. A ellos había que sumar algún centenar más entre los de la Guardia Civil, los depositados en los Parques, los de los Cuerpos de Seguridad, los de la Marina, y aquellos que estuviesen en proceso de fabricación/pruebas, de forma que contabilizados todos, su cifra total estaría entre 3.000 y 3.500.

Durante el conflicto, ambos bandos importaron buen número de fusiles ametralladores de diferentes orígenes y características. Entre ellas destacaban los fusiles ametralladores alemanes Parabellum Modelo 1913 y Bergmann Modelo 1915; o los fusiles ametralladores italianos Breda Modelo 1930 y Fiat Modelo S 1922. Según fuentes consultadas, la aportación alemana a los sublevados de fusiles ametralladores oscila alrededor de las 5.000 unidades, mientras que la aportación italiana a los 5.250.

Fusiles Ametralladores italianos

Fusiles Ametralladores italianos

Los sublevados contaron también durante la guerra con la propia fabricación de fusiles ametralladores en las fábricas de Oviedo y La Coruña de un nuevo modelo mejorado del fusil ametrallador Hotchkiss, denominado OC, y del que se llegaron a fabricar 4.762 unidades. Igualmente, el bando sublevado capturó diferentes tipos de fusiles ametralladores que eran enviados al bando republicano, caso por ejemplo de los 5.000 fusiles ametralladores franceses CSRG Chauchat Modelo 1915 de 8 mm capturados en el vapor Sylvia. Ya fueran de producción nacional, capturados o importados, el bando sublevado contaba con 22.000 fusiles ametralladores al final de la guerra.

Fusil Ametrallador Chauchat

Fusil Ametrallador Chauchat

Los republicanos por su parte importaron también una notable cantidad de fusiles ametralladores de diferente procedencia. Entre estos destacaban los fusiles ametralladores Maxim-Tokarev Modelo 1917 calibre 7,62 rusos; el Madsen Modelo 1903 danés (de 7,7 mm importados desde Gran Bretaña); el belga Vickers-Berthier Modelo 1928 de 7 mm; los franceses Chtatellerault Modelo 24/29 calibre 7,5 mm y Chauchat Modelo 1915 de 8 mm; el inglés Lewis Modelo 1914 e 7,7 mm, de los más usados durante la I Guerra Mundial; y el estadounidense Lewis Savage Modelo 1918 de 7,7 mm. Sin embargo, los considerados como los mejores fusiles ametralladores fueron los checos Lehky Kulomet Hotchkiss Modelo 1926 de 7,92 mm y Lehky Kulomet Modelo ZB 1926 y Modelo ZB 1930, ambos de 7,92 mm y de los que la República consiguió 2.000 de ellos entre las diferentes unidades y variantes de éstos.

ZB Checo

ZB Checo

Características de los Fusiles Ametralladores

Características de los Fusiles Ametralladores

MANRIQUE GARCÍA, José María i MOLINA FRANCO, Lucas. Las armas de la Guerra Civil Española. Madrid: La Esfera de los Libros, 2006.

[1] CAPDEVILA, Juan, La fortificación de campaña. Sindicato de la Indústria de la Edificación, Madera y Decoración. Barcelona. 1938.

[2] La información que aquí se recoge ha sido extraída de MANRIQUE GARCÍA, José María i MOLINA FRANCO, Lucas. Las armas de la Guerra Civil Española. Madrid: La Esfera de los Libros, 2006.

[3] SALAS LARRAZÁBAL, Ramón. Historia del Ejército Popular de la República. Madrid: Editora Nacional, 1973. 4 vólumenes.